domingo, 16 de junio de 2013

Visita la habitación de la escritora que no salió de ella durante 25 años

Casa Museo de Emily

Existen casos célebres de personas que, tanto por decisión propia como por obligación, han tenido que permanecer encerradas en sus respectivas habitaciones durante meses o incluso años.
Casos de obligación como el de Ana Frank, que estuvo casi dos años y medio ocultándose con su familia y cuatro personas más de los nazis en Ámsterdam. Si viajáis a Holanda, no podéis dejar de visitar su habitación, ahora convertida en museo, pues conserva alguno de sus efectos personales, así como su famoso diario, que muchos de nosotros tuvo que leer cuando iba al instituto. Eso sí: preparaos para hacer cola, porque Anna Frank es todo un fenómeno de masas.
Hay también casos como el de las personas que deciden encerrarse en su habitación por propia iniciativa, o impelidos por sus códigos culturales, como los adolescentes japoneses que, superados por las exigencias del sistema educativo en particular, y de la vida nipona en general, deciden no salir más del cuarto, jugando a su consola, con sus tebeos, esperando que sus madres les pasen comida por debajo de la puerta. Este fenómeno incluso tiene nombre: Hikikomori.
Pero si queréis visitar una habitación/claustro/cárcel/concha poco conocida, que fue habitada por una escritora durante nada menos que 25 años… no perdáis la ocasión de viajar a Nueva Inglaterra, concretamente a Amherst.

El humor cambia el cerebro

Aprender a reírse de los problemas y de uno mismo siempre lo he considerado algo excepcional, algo a lo que el ser humano tenía que aspirar para alcanzar la felicidad. Después de saber que el humor tiene la capacidad de cambiar el cerebro, se reconfirman mis ganas de luchar por una vida llena de sonrisas. ¿Te unes?

partirse de risa

El efecto del humor en el cerebro

Hay personas que valoran negativamente el humor y parece que en esta vida hay que llorar las desgracias sin buscar un lado positivo a las cosas, sin buscarle un sentido al sufrimiento para poder continuar hacia adelante y conseguir aprender de todo ello. Ya veis que soy de la opinión contraria y que incluso, considero que el humor es una herramienta fundamental en el trabajo del psicólogo.
Ahora la ciencia también nos muestra cómo el humor puede modificar el cerebro de una forma tan positiva que sería la clave para fortalecer el corazón y por tanto, el humor sería un medio de prevención de determinadas enfermedades.
Los datos del estudio nos muestran que aquellas personas que utilizan el humor para enfrentar los problemas tienen un 40% menos de probabilidad de sufrir infartos de miocardio o apoplejías, además no suelen sufrir tantos dolores en los tratamientos dentales, tienen un sistema inmunitario más sano e incluso viven cuatro años y medio más.

reir

Un dato curioso obtenido en este estudio y que os transmito en palabras de la catedrática de Bioquímica y Biología molecular Natalia López Moratalla, de la Universidad de Navarra:
A los varones, algo que sea absurdo les hace soltar la carcajada, mientras que a las mujeres no les suele hacer gracia y necesitan que, además de absurdo, sea divertido”.

Reír es hablar de felicidad

Cuando nos reímos todas las tensiones desaparecen, el cuerpo se relaja, no importa lo que haya sucedido antes ni lo que vendrá después porque estamos disfrutando de ese momento presente en el que algo nos ha hecho reír y nos hemos olvidado de todos los problemas.

Reír es hablar de felicidad en todos los sentidos, el humor nos permite disfrutar de los pequeños y grandes momentos, por eso también tendemos a juntarnos con personas que nos hacen reír porque son las que nos procuran mayor felicidad.

reir pareja

Ayer mismo hablábamos de cuáles eran las claves para tener una relación de pareja sana, mencionábamos la comunicación y un proyecto de vida juntos, el humor forma parte de todo ello, del disfrutar, del compartir, porque cuando hay humor y confianza dentro de una pareja apetece compartir tiempo con ella.
Como ya os podréis imaginar, si somos capaces de reírnos de aquello que nos hace daño o nos produce malestar, podemos enfrentarlo de una manera mucho más sana. Esto nos permite entender el humor como una forma de protegerse de la depresión.

reir con un bebe

No conozco el autor de esta gran frase, pero creo que es la mejor manera de terminar este artículo:
“Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír.”










¿Cómo se vería el cielo si los planetas del Sistema Solar estuvieran tan cerca como lo está la Luna?

Luna

Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación, e imaginemos que Marte o Venus o cualquier otro planeta de nuestro Sistema Solar se encuentra a la misma distancia que está la Luna. Si alzáramos la vista al cielo, ¿qué veríamos?
Cojamos como base la imagen que encabeza la entrada. Allí arriba tenéis la Luna. A continuación, vamos a ir sustituyendo el satélite por otros planetas, foto a foto:

La genética cambia la historia de las primeras migraciones a América

El ADN de diversas tribus sugiere que los humanos no entraron en el continente de una sola vez, como hasta ahora se pensaba


Una investigación internacional, en la que han participado científicos españoles, ha revelado que la migración humana hacia el continente americano se hizo con entradas rápidas y largos períodos de aislamiento, y no de una sola vez, como hasta ahora se pensaba. El análisis de marcadores genéticos de tribus de Sudamérica ha constatado más diferencias entre estas de las que cabría esperar si la migración hubiera sido única.



El estudio también identifica un linaje genético no descrito hasta ahora en poblaciones de América central y del norte. Imagen: Francesc Bert. Fuente: UB.
El estudio también identifica un linaje genético no descrito hasta ahora en poblaciones de América central y del norte. Imagen: Francesc Bert. Fuente: UB.
 
La hipótesis tradicional más aceptada apunta a que los primeros pobladores de América fueron los clovis, un pueblo de cazadores que debió de llegar al continente hace aproximadamente 13.000 años desde el nordeste de Asia, a través del estrecho de Bering, y que se expandió por todo el territorio americano.

Un nuevo estudio sobre genética de poblaciones nativas del continente americano, publicado en la revista PLOS Genetics, aporta evidencias científicas para reformular el modelo tradicional y definir escenarios alternativos para el poblamiento de América.

El catedrático Daniel Turbón, del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona, es uno de los autores de esta investigación internacional, liderada por Lutz Roewer, de La Charité - Universitätsmedizin de Berlín, y que también firman Eduardo Arroyo Pardo y Ana María López Parra, de la Universidad Complutense de Madrid.

El trabajo se basa en el estudio de marcadores genéticos del cromosoma Y masculino en casi un millar de individuos de cincuenta tribus nativas de Sudamérica. Según los autores, hay un desacoplamiento entre genética, lenguaje y geografía en las comunidades nativas del sur del continente americano. Todo apunta a que, en el primer poblamiento de América, no hubo una sola migración —independientemente de que fuera o no por el estrecho de Bering—, sino entradas rápidas y largos períodos de aislamiento.

Tal como explica en la nota de prensa de la UB el catedrático Daniel Turbón, especialista en antropología molecular y forense y en origen y evolución de los homínidos: "América es, probablemente, uno de los ejemplos más recientes de poblamiento de un gran continente por la especie humana".

"Para los científicos —continúa el experto—, es un laboratorio excelente para contrastar herramientas metodológicas de estudios genéticos y poblacionales. Aunque la hipótesis de la migración única como explicación del origen de los pobladores de América está bastante arraigada, es una visión reduccionista cada vez más cuestionada científicamente".

 
Marcadores genéticos

Los autores analizan la variabilidad genética de cada individuo mediante una serie de marcadores genéticos del cromosoma Y masculino: en concreto, en 919 individuos (91 %) de la muestra, se han estudiado los dieciséis polimorfismos de nucleótidos simples (SNP) más frecuentes en Sudamérica, y las diecisiete secuencias cortas y repetidas en tándem (STR) más empleadas en todo el mundo en antropología forense.

El análisis de los polimorfismos genéticos ha permitido determinar el origen geográfico de cada individuo y, además, comparar los datos con otras poblaciones del centro y el norte del continente americano.

El trabajo, como primicia científica, presenta una potente base de datos internacional sobre genética forense basada en estudios colectivos de primer rango (con población pequeña y atomizada de origen nativo) de los coautores internacionales. En relación con la parte correspondiente a la UB, también han colaborado los expertos Francesc Bert y Alfons Corella, autores de tesis doctorales leídas en la Universidad bajo la dirección del catedrático Daniel Turbón.

"Hoy en día, la ciencia está fuertemente atomizada", explica Turbón. "Se publican muchos estudios basados en muestras poblacionales reducidas y con pocos marcadores genéticos. Y esto no nos permite ver el bosque, es decir, el escenario global. En el otro extremo, hay macroestudios genéticos que perfilan un escenario más amplio, pero difícil de contrastar por dificultades metodológicas.

También se hacen trabajos con muestras biológicas procedentes de hospitales de grandes núcleos de población donde hay un alto nivel de hibridación. Las comunidades nativas, que suelen vivir de manera más aislada, son cada vez más escasas".

Comunidades nativas

El estudio publicado en PLOS Genetics también identifica un linaje genético no descrito hasta ahora en poblaciones de América central y del norte: es el haplotipo C-M217 (C3*), que es frecuente en el continente asiático. Los expertos, además, han detectado linaje genético de origen polinesio en Perú.

Descubrir el origen de los ancestros de los primeros pobladores de América plantea un gran desafío a la comunidad científica internacional. El nuevo artículo perfila escenarios alternativos a la hipótesis de una única migración —que niega cualquier flujo transpacífico con efectos significativos sobre la genética de poblaciones— como modelo de población del continente americano.

"En el futuro, sería capital encontrar un yacimiento arqueológico con una secuencia arqueológica continua. En paralelo, también habría que elaborar un estudio genético completo de las poblaciones nativas; porque se consideran poblaciones evanescentes y cada día están más amenazadas", concluye el profesor Turbón.

Referencia bibliográfica:

Roewer L, Nothnagel M, Gusmão L, Gomes V, González M, et al. (2013) Continent-Wide Decoupling of Y-Chromosomal Genetic Variation from Language and Geography in Native South Americans. PLoS Genet. DOI:10.1371/journal.pgen.1003460.
 

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jueves, 6 de junio de 2013

Lunar Eclipse Picture

Picture of a partial lunar eclipse over Stockholm, Sweden

Tiempo de recuperación

 

Curiosity sale del "modo seguro" y está listo para volver a la actividad.

Han sido días de nulo movimiento en la superficie marciana pero una intensa actividad tanto en su interior, en los delicados sistemas informáticos que conforman su "cerebro" como en La Tierra, donde los técnicos han tenido que hacer frente a una situación complicada, que si bien no suponía una amenaza para la continuidad de Curiosity, diseñado para afrontar problemas de este tipo con sus sistemas redundantes, dejó la misión en una pausa inesperada justo en un momento donde esta había alcanzado una de sus metas principales, la perforación y extracción de muestras.

Un fallo en partes de la memoria de su ordenador A, seguida de una tormenta solar y un nuevo aunque pequeño error en un archivo hizo prolongar la situación hasta ahora, cuando, finalmente, Curiosity parece haber dejado atrás de forma definitiva una situación que comenzó el 28 de Febrero y le llevo en diversas ocasiones a entrar en Modo Seguro. El regreso a la normalidad parece ya muy cerca, quizás a finales de esta misma semana.

En estos días pasados se examinó la naturaleza del fallo producido en el ordenador A y envió a Curiosity las actualizaciones necesarias, que han dado como resultado que A se encuentra de nuevo operativo, convertido ahora en el de reserva, listo para tomar el control y el ahora principal, el B, experimentara también algún tipo de error. Las ventajas de tener sistemas duplicados.

El retorno de Curiosity llega justo a tiempo, ya que estamos muy cerca de la conjunción solar, en que La Tierra y Marte se situarán en lados opuestos de sus órbitas, lo que cortará durante unos días las comunicaciones, especialmente porque cualquier comando enviado tanto a el como a su compañero de viaje Opportunity, distorsionado por el cercano Sol, podrían generar problemas en sus sistemas, incluso graves. Toda precaución es poca cuando se trata de ingenios tan complejos y delicados...especialmente cuando uno de ellos está, justo ahora, superando su primer gran problema de salud.

Las últimas imágene enviadas por Curiosity antes de que el fallo en la memoria de A le hicera entrar en Modo Seguro. El principio de un largo camino del que ahora, finalmente, está saliendo.

Curiosity Rover Exits 'Safe Mode'
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¿Por qué son tan grandes los agujeros negros supermasivos?


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En el Universo se esconden los monstruos más misteriosos que podamos imaginar, podríamos describirlos como objetos oscuros, pero nos quedaríamos muy cortos. No son simples agujeros negros, con una masa de varios miles de millones de soles acechan en cualquier parte del todo el Universo en la que nos fijemos.
Los agujeros negros supermasivos son muy parecidos a sus hermanos menores, devoran todo aquello que se les acerca, incluso la luz, son capaces de deformar en espacio-tiempo de su entorno... pero están a otro nivel. Nuestras teorías señalan que los pequeños agujeros negros, aquellos que tienen una masa de un par de soles, nacen cuando el denso corazón de una gran estrella colapsa sobre sí mismo, pero nadie puede explicar la génesis de estos gigantescos monstruos oscuros.
Pensamos que podríamos, creíamos que los agujeros negros supermasivos simplemente crecían lentamente partiendo de semillas muy pequeñas, hinchándose gracias al gas circundante. Pero observaciones recientes muestran que esta no puede ser toda su historia. Necesitamos una nueva explicación para estos monstruos antiguos.
Las observaciones de las estrellas que giran alrededor de un enigmático punto sugieren que ahí se esconde uno de estos monstruos, y casi todas las galaxias parecen tener en su centro uno de estos colosos cósmicos. El que está en nuestra Vía Láctea es relativamente pequeño, tan solo tiene una masa de unos 5 millones de soles, y aunque pueda parecer mucho, mas nos valdría no acercarnos a él. Pero este coloso tiene hermanos mucho mayores, a unos 50 millones de años luz se encuentra la gigantesca galaxia elíptica M87, en su interior acecha al que podríamos denominar como el monstruo de los monstruos, con más de 6.000 millones de masas solares, su horizonte de sucesos -esa frontera donde quien la atraviesa estaría condenado a desaparecer de este Universo- es casi cinco veces más ancho que la órbita de Neptuno.
A mayor distancia vemos los signos más dramáticos de estos supermasivos objetos. Las galaxias activas tienen un brillante punto de luz en su centro que conocemos como cuásar, este emite tal cantidad de energía que es capaz de eclipsar los miles de millones de estrellas de la galaxia que rige con mano dura. Muchos escupen hacia las profundidades del cosmos abrasadoras llamaradas de rayos X y rayos gamma junto a colosales chorros de materia que alcanzan el 99 por ciento de la velocidad de la luz. Estas señales nos muestran el voraz apetito de un gigantesco agujero negro. Gas que se arremolina en sus cercanías se calienta debido a la fricción, brillando y generando campos magnéticos que lanzan al exterior los chorros de material.
La convencional historia de los agujeros negros supermasivos se inicia unas pocas decenas de millones de años después del Big Bang, después de que se formasen las primeras estrellas a partir de las más densas nubes de hidrógeno y helio primordial. Estas pioneras, dice la historia, tendrían varios cientos de veces la masa de nuestro sol. El núcleo de una de estas estrellas se colapsa tan rápidamente que forma un agujero negro de unas 100 masas solares. A medida que estos primeros colosos se hunden hacia el centro de la galaxia, devoran el gas que les rodean, convirtiéndose así los poderosos corazones de los cuásares.
Sin embargo, en 2000, el telescopio de rayos X Chandra de la NASA detecto la presencia de un poderoso y lejano cuásar. Vemos a SDSS J1030 0524 tal y como era cuando el Universo tenía tan sólo 900 millones de años, la enorme energía que libera nos dice que este monstruo debe tener peso superior a los 1.000 millones de masas solares.
¿Cómo logro tal peso este coloso en tan poco tiempo? Cuanto más gas devora un agujero negro, más radiación emite el cuásar. Con el tiempo, este apetito voraz de materia provoca que deje de entrar nuevo material a las entrañas del monstruo, estas brutales emisiones de energía arrasan con todo el gas de su entorno cósmico, cortando así el suministro de alimentos.
Las teorías, respaldadas por el comportamiento de los agujeros negros más cercanos, nos dicen que un agujero puede duplicar su tamaño máximo cada 30 millones de años.



Así que para dar el salto de 100 a 1.000 millones de masas solares implica duplicar su masa 23 veces, por lo que, en teoría, el agujero negro en SDSS J1030 0524 debería tener una edad de unos 700 millones de años cuando emitió la luz que acaba de alcanzar nuestro planeta. Pero eso requeriría un suministro de gas perfectamente en sintonía con las necesidades del agujero.
Pero el entorno de los agujeros negros probablemente sea un lugar cambiante y desordenado, por lo que devorar tal cantidad de gas y tan rápidamente no es algo sencillo.
Aún así, SDSS J1030 0524 podría ser un caprichoso ejemplo de que un agujero negro haya logrado vivir la gran vida durante sus primeros mil millones de años de existencia. ’Un objeto peculiar siempre se puede explicar’, señala el astrofísico Priya Natarajan de la Universidad de Yale. El problema es que no es un único objeto, se han descubierto decenas de estos colosos a distancias comparables. ’Cuando hay una población de estas cosas, tiene que haber una manera natural para que existan’.
Y cada nuevo descubrimiento añade más presión. El año pasado, un equipo utilizando el Telescopio Infrarrojo del Reino Unido en Hawai observaron un cuásar, ULAS J1120 0641, con una masa de aproximadamente 2.000 millones de veces la del Sol a tan sólo 770 millones años del Big Bang. La teoría dicta se necesitan un mínimo de unos 750 millones de años para alcanzar este tamaño partiendo de un coloso de 100 masas solares.
Así que la historia de los agujeros negros XXL que parten de pequeñas semillas parece ser incluso menos plausible tras un reciente trabajo que estudia cómo se formaron las primeras estrellas. Una nueva serie de simulaciones sigue la concentración de las vastas nubes de gas que dieron lugar a estas estrellas y mostraron que tienden a dividirse en fragmentos más pequeños, por lo que las primeras estrellas no deberían alcanzar más de unas 50 masas solares. Después de que esta primeras estrellas desapareciesen, los agujeros negros que dejaron atrás tan solo tendrían un peso cercano a las 10 masas solares, un tamaño muy decepcionante para cualquier aspirante a ser la semilla de un cuásar.

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Lo que es más, cada una de las jóvenes galaxias debería estar plagada de agujeros negros. Algunos de ellos se aproximarían hacia el centro de la galaxia, creando así un nuevo agujero negro neonato más masivo, por lo que incluso las galaxias relativamente pequeñas deberían lucir ahora un impresionante agujero negro central, pero esto no es lo que vemos. El año pasado, Jenny Greene, de la Universidad de Princeton descubrió que entre las galaxias más pequeñas, con una masa total de alrededor de mil millones de soles, sólo la mitad de ellas tiene uno de estos colosos .
Parece que hay una sola conclusión. Vamos a necesitar una semilla muy grande.
Una posibilidad es que los agujeros negros supermasivos no nacieron de estrellas aisladas, sino de un cumulo estelar. ’Sabemos que a principios de la historia del universo, las estrellas tienden a formarse en explosiones, en regiones que fueron espectacularmente activas’, comenta Fred Rasio de la Universidad Northwestern en Evanston, Illinois. En 2003, realizo una serie de simulaciones de antiguos cúmulos donde cientos de jóvenes brillantes 'cosas' estaban formándose. La gran mayoría de ellas tienden a acumularse en las regiones centrales, una zona en la que casi inevitablemente muchas de ellas chocarían entre sí ’Se forman una cosa, yo no quiero llamarlo una estrella, con muchos miles de masas solares’, señala. Lo que sucede después es muy difícil de modelar. Rasio conjetura que este nuevo objeto procedente de las múltiples colisiones podría colapsar para formar un agujero negro de tal vez unos pocos miles de masas solares.
Como quien diría, esta idea no suena mal, y sería aún mejor si pudiésemos detectar la presencia de agujeros negros de masa intermedia en los actuales cúmulos estelares. Unos pocos objetos prometedores, llamadas fuentes de rayos X ultraluminosas (ULXs), se han encontrado en las galaxias cercanas. Son aparentemente lo suficientemente brillante como para encontrarse en torno a agujeros negros que ya poseen un tamaño respetable. Pero en 2011, las observaciones de un ULX en nuestra vecina galaxia Andrómeda demostraron que este tiene el mismo espectro característico y se comporta como pequeños agujeros negros de nuestra galaxia que tienen unas 10 masas solares. Quizás estos ULXs sean demasiado pequeños.

En cualquier caso, incluso una semilla de agujero de 1.000 masas solares tendría que duplicar su masa 20 veces más para convertirse en un gigante. Este debería engullir material de manera casi constante para explicar un objeto como J1120 ULAS 0641.



Quizás, entonces, tengamos que pensar en algo un poco más grande. Si un pequeño agujero negro surge del centro colapso de una estrella, ¿Qué pasaría si colapsase una galaxia entera?
Martin Rees , de la Universidad de Cambridge, ya sugirió esta posibilidad en 1978. Aunque suena muy seductora, no es nada fácil de meter tanta materia en el corazón de una galaxia. El primer obstáculo es el giro. Incluso las primeros protogalaxias gira lentamente, una velocidad motivada por la presencia de sus vecinos. A medida que se contrae, el gas se mueve a mayor velocidad, como aire que entra en un tornado. Con el tiempo, la gravedad equilibra esta rotación, creando un disco giratorio de gas con poco material de apenas unos pocos cientos de años luz de diametro.
Rasio y Abraham Loeb, de la Universidad de Harvard demostraron en la década de 1990 como se podría superar esta barrera. Si una densa protogalaxia gira lentamente, su núcleo puede sufrir inestabilidades.
Esta rotación acumula un exceso de gas, generando barras alargadas que actúan como ruedas dentadas gravitacionales de transferencia. Es en este momento cuando el corazón de la protogalaxia puede colapsar.
El siguiente paso es incierto, pero de acuerdo a los cálculos realizados en 2006 por Rees y sus entonces colegas Marta Volonteri y Begelman Mitchell , de la Universidad de Colorado en Boulder, existe una posibilidad de que se forme una monstruosa ‘quasiestrella’: un denso capullo de gas de unos cientos de millones kilómetros de diámetro que rodea un pequeño agujero negro central. El gran peso de este capullo proporcionaría una enorme cantidad de material al agujero, creando un objeto de un millón de masas solares en tan sólo unas pocas decenas de millones de años. Esta pesada semilla podría cuadrar con las teorías, tan solo tendría que duplicar su tamaño unas 10 veces hasta convertirse en un agujero negro de 1.000 millones de masas solares. Incluso sin un suministro de gas cuidadosamente equilibrado, esta alcanzaría este tamaño en el plazo asignado de unos 700 millones de años.
Aunque sigue habiendo problemas, durante su colapso inicial de la protogalaxia, el gas es susceptible de dividirse en pequeñas gotas que se unirían para formar nuevas estrellas, negándole así el material a la quasiestrella. Algunas de estas nuevas estrellas masivas estallarían en supernovas, dispersando el suministro de gas y frenando el crecimiento del agujero negro. Hay maneras de evitar que esto suceda, la radiación ultravioleta de los destellos cercanos podría calentar estas acumulaciones de gas y detener la coalescencia, o las turbulencias podrían evitar la fragmentación del capullo gaseoso. Para muchos astrónomos, sin embargo, estos remedios parecen demasiado 'artificiales'. Así que Rasio opina que la teoría de este 'colapso directo' de una protogalaxia necesita aun ser refinada.

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¿Estos errores significan que algo completamente extraño está pasando? Quizás la propuesta más radical es que los agujeros negros gigantes se forjaron directamente en el fuego del Big Bang, en los tumultuosos momentos conocidos como 'transición de fase', cuando se reorganizaban la materia y la radiación. Apenas un microsegundo después del comienzo de los tiempos, los quarks se unen para formar protones y neutrones. Este proceso podría haber sido desigual, produciendo picos de densidad que se convirtieron en agujeros negros de masa solar.
Pero estos primigenios agujeros negros son demasiado pequeños como para que sean las semillas de los grandes colosos que vemos hoy en día. Aunque Sergei Rubin del Center for CosmoParticle Physics en Moscú, ha sugerido que estos agujeros podrían agruparse y rápidamente fundirse creando así los primeros gigantes. Otra transición de fase prometedora tendría lugar cuando el universo apenas tiene unos 10 segundos de edad, cuando las nubes de electrones y positrones se destruyen mutuamente dejando tras de sí un cosmos lleno de fotones de rayos gamma. En este punto se podrían formar espontáneamente agujeros negros de hasta 100.000 masas solares.
Estos colosos del amanecer del cosmos atraerían hacia ellos el caliente gas, emitiendo una gran cantidad de rayos-X, dejando sus huellas en el fondo de microondas cósmico. Pero hasta ahora tampoco hemos sido capaces de observar estas pistas reveladoras, aunque nada descarta la formación de algunos primordiales y raros agujeros gigantes, lo suficientemente grandes como para convertirse en las tempranas semillas de los cuásares.



Pese a todo, la mayoría de los teóricos tratan de desentrañar el origen de los agujeros supermasivos pues piensan que las semillas primordiales son una opción exótica innecesaria. ’No hay ningún argumento convincente de por qué deberían haberse formado’, señala Begelman. ’Necesitarías una cosmología un tanto extraña’.
Tal vez lo más apetecible es la idea de las estrellas oscuras, un término acuñado por Albert Einstein para describir nuestros agujeros negros. En 2007, Douglas Spolyar, entonces de la Universidad de California, y sus colegas sugirieron que algunas de las primeras estrellas podrían haber sido formadas por materia oscura. Partículas de materia oscura crearían un núcleo estelar, donde podrían chocar entre ellas y aniquilarse mutuamente, el calor generado seria menor que el producido mediante la combustión nuclear del hidrógeno y de helio. Sin una intensa radiación que venza la entrada de gas, las estrellas oscuras podrían seguir creciendo indefinidamente, colapsando finalmente dejando atrás un agujero negro de hasta 100.000 masas solares.
Pero esta extraña idea podría llegar a ser corroborada mediante nuevas observaciones. Estas estrellas oscuras emitirían suficiente luz infrarroja como para ser vistas por el heredero del Hubble, el James Webb Space Telescope , cuyo lanzamiento está programado para 2018. Quizás también sea capaz de detectar las quasiestrellas.
Pero si no es capaz de observar estos objetos, entonces vamos a necesitar algo más sofisticado que resuelva el misterio de los agujeros negros supermasivos. El Laser Interferometer Space Antenna (LISA) está diseñado para detectar ondas gravitacionales, curvaturas del espacio que deberían producirse tras las abundantes colisiones de agujeros negros. LISA ha pasado mucho tiempo tratando de salir de la mesa de dibujo, pero si finalmente somos capaces de detectar las ondas gravitacionales resultantes de la fusión de agujeros, ‘debería ser fácil saber si las semillas son pequeñas o masivas’, señala Volonteri.
Mientras tanto, los astrónomos seguirán buscando los cuásares más lejanos en el espacio y el tiempo. ¿Qué sucedería si esta búsqueda nos revelase su presencia en los inicios del Universo? Finalmente llegaríamos a un punto, hasta apenas unos cientos de millones de años después del Big Bang, cuando sus negros centros no habrían tenido tiempo suficiente como para formar una semilla de unos millones de masas solares. Entonces ninguna de nuestras teorías funcionaria y seguiremos teniendo el misterio por resolver de la ingente cantidad de agujeros negros supermasivos que plagan nuestro cosmos.

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Identifican la zona del cerebro que se ocupa de las cifras

La región, situada en la corteza cerebral, no se activa cuando los números están escritos con letras


Los científicos han encontrado qué parte del cerebro se ocupa de visualizar los números escritos como tales, es decir, en cifras (3, 28, 34). Un grupo de la Universidad de Stanford ha descubierto que se trata de una zona de la corteza, el giro temporal inferior. Esa misma zona no reacciona cuando lo que se ve es un número escrito con letras ("tres", "veintiocho", etc.), ni cuando el número está escrito en un sistema desconocido para el observador. 


Los números escritos con cifras tienen asignada una zona del cerebro. Imagen: Matchstick. Fuente: StockXchng.
Los números escritos con cifras tienen asignada una zona del cerebro. Imagen: Matchstick. Fuente: StockXchng.
Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (Palo Alto, California, EE UU) han determinado las coordenadas anatómicas precisas de un "punto caliente" del cerebro, que mide sólo 0,5 centímetros de ancho, y que se activa preferentemente cuando la gente ve los números que aprendemos en la escuela primaria , como el "6" o el "38".

La actividad en este punto en relación con las regiones vecinas disminuye sustancialmente cuando a las personas se les presentan números deletreados ("uno" en lugar de "1"), palabras homófonas ("huno" en lugar de "1") o "tipos de letra falsos", en los que se han alterado un número o una letra.

"Este es el primer estudio que demuestra la existencia de un grupo de células nerviosas en el cerebro humano que se especializa en procesar los numerales", explica Josef Parvizi, profesor asociado de neurología y ciencias neurológicas, en la nota de prensa de Stanford, escrita por Bruce Goldman. "En esta población de pequeñas células nerviosas, vimos una respuesta mucho mayor a los números que a símbolos de aspecto, sonido o significado muy similar.

"Es una demostración espectacular de la capacidad de nuestros circuitos cerebrales para el cambio provocado por la educación", agregó. "Nadie nace con la capacidad innata para reconocer los números."

Este hallazgo abre la puerta a nuevos descubrimientos sobre el flujo y el procesamiento de información relacionada las matemáticas en el cerebro. También podría tener consecuencias clínicas directas para los pacientes con dislexia para los números y con discalculia: la incapacidad de procesar información numérica.

El clúster de neuronas identificado por el grupo de Parvizi consta quizás de entre 1 y 2 millones células nerviosas en el giro temporal inferior, una región superficial de la corteza externa en el cerebro. Del giro temporal inferior se sabía ya que está involucrado en el procesamiento de la información visual.

El nuevo estudio, publicado el 17 de abril en la revista Journal of Neuroscience, se basa en otro anterior en el que los voluntarios habían sido desafiados con preguntas de matemáticas. "Habíamos acumulado muchos datos de ese estudio sobre qué partes del cerebro se activan cuando una persona se centra en problemas aritméticos, pero en general estábamos mirando otras zonas y no habíamos prestado mucha atención a esta región en concreto," explica Parvizi.

No se dieron cuenta de lo que ocurría hasta que una estudiante de medicina de cuarto año, Jennifer Shum, que también está investigando en el laboratorio de Parvizi, se fijó en que, en algunos sujetos del primer estudio, un punto en la circonvolución temporal inferior parecía activarse de manera sustancial por los ejercicios de matemáticas.

Encargada de verificar que esta observación era consistente de un paciente a otro, Shum, comprobó que ese era el caso. Así, el equipo de Parvizi diseñó un nuevo estudio para investigar más a fondo.

Segunda parte

El nuevo estudio se basó en voluntarios epilépticos a los que, como un primer paso hacia una posible cirugía para aliviar las incesantes convulsiones, que no estaban respondiendo a las drogas terapéuticas, se les extrajo una pequeña parte de sus cráneos, y se les introdujeron electrodos aplicados directamente en la superficie del cerebro

El procedimiento, que no destruye ningún tejido cerebral ni interrumpe la función del cerebro, se había llevado a cabo de manera que los pacientes pudieran ser observados durante varios días para así ayudar a los neurólogos que les asisten a encontrar la ubicación exacta de los puntos donde se originan sus convulsiones.

Durante el tiempo que estos pacientes están en cama en el hospital, que puede durar hasta una semana, están plenamente conscientes, sin dolor y, cierto es, un poco aburridos.

Con el tiempo, Parvizi identificó siete pacientes epilépticos con electrodos en o cerca de la circunvolución temporal inferior y consiguió su consentimiento para someterse durante una hora a pruebas en las que se les mostraban imágenes durante intervalos muy cortos en una pantalla de ordenador portátil, mientras se registraba la actividad en las regiones del cerebro cubiertas por los electrodos.

Cada electrodo recogió la actividad de un área que correspondía a alrededor de medio millón de células nerviosas (una gota en el océano en comparación con los alrededor de 100 mil millones de células nerviosas del cerebro).

Para asegurarse de identificar correctamente las áreas del cerebro que respondían a los numerales, además de los números arábigos, se les enseñaron palabras que denotan números (como "tres", escrito con letras), así como símbolos que en realidad eran números pero que era muy difícil que fueran identificados como tales (puesto que correspondían a lenguajes como el tibetano o el tailandés). También se les presentaban "tipos de letra falsos", es decir, números que podían seguir siendo identificados pero que habían sido modificados ligeramente para tener una forma algo extraña.

Curiosamente, señala Parvizi, las células nerviosas que se ocupan de los números están dentro de un grupo más grande de neuronas que se activan por símbolos visuales que tengan líneas con ángulos y curvas. Este grupo más amplio respondía también de manera fuerte a los "tipos de letra falsos", puesto que tenían forma de líneas con ángulos y curvas.

Parvizi relaciona este tipo de imágenes, con líneas, curvas e intersecciones, a las que debe ser capaz de distinguir un mono que salta de rama en rama en una selva.

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CUATRO BODAS Y UN FUNERAL




      
                                                                                                            
 FUNERAL BLUES

Detengan los relojes
desconecten el teléfono
denle un hueso al perro
para que no ladre
Callen los pianos y con ese
tamborileo sordo
saquen el féretro...
Acérquense los dolientes
que los aviones
sobrevuelen quejumbrosos
y escriban en el cielo
el mensaje...
él ha muerto.

Pongan moños negros
en los níveos cuellos de las palomas
que los policías usen guantes
de algodón negro

Él era mi norte mi sur
mi este y oeste
mi semana de trabajo y mi
domingo de descanso
mi mediodía, mi medianoche
mi conversación, mi canción

Creí que el amor perduraría
por siempre.
Estaba equivocado.

No precisamos estrellas ahora...
Apáguenlas todas
Envuelvan la luna
desarmen el sol
Desagüen el océano y
talen el bosque
porque de ahora en adelante
nada servirá.

W. H. AUDEN

(Tomado de la película
"Cuatro Bodas y un Funeral")