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by Inigo
24 de junio de 1572. Las tropas del Virrey de Perú, Francisco de
Toledo, entraban en Vilcabamba, la última capital del Imperio Inca. Poco
después el último emperador, Tupac Amaru, era apresado en las espesuras
de las selvas amazónicas. El 24 de septiembre de ese mismo año moría en
Cuzco ajusticiado por los españoles, el último emperador inca, 36 años
después de la rebelión iniciada por Manco Inca. Con la excusa de la
conquista de esta última gran ciudad, Kim MacQuarrie escribe este
ensayo, en el que se mezcla por un lado la historia de la conquista
española en el Perú, hasta el ajusticiamiento de Tupac Amaru, y por otro
las exploraciones que llevaron a una serie de exploradores a descubrir
las ruinas de los últimos enclaves de resistencia inca, Vitcos y
Vilcabamba.
El autor es un versado y experimentado antropólogo e investigador,
ganador de varios premiso Emmy en el apartado de documentales, dedicados
a distintos países y culturas antiguas, incluido Perú y los incas.
Los últimos días de los Incas
es principalmente un ensayo histórico, en el que los detalles y
circunstancias de la conquista comandada por los Pizarro, ocupa un 80%
del texto. La particularidad de este libro es que el restante 20% lo
dedica el autor a explicar cómo a lo largo del siglo XX distintos
exploradores y aventureros descubrieron para el gran público las
fantásticas ruinas de ciudades perdidas del antiguo imperio inca. El
conjunto de ambas partes completa un libro interesante, divulgativo y en
general, dedicado a un público no especialmente experimentado en la
historia de Perú en el siglo XVI.
Cuando 168 españoles se internaron en el territorio andino en 1532,
liderados por Francisco Pizarro, nadie les hubiera convencido de que se
encontraban a punto de ser los protagonistas de la conquista y
desaparición del rico, organizado y extensísimo imperio de los Incas.
MacQuarrie va desgranando a lo largo de los capítulos los
acontecimientos que rodearon la llegada de los españoles al actual Perú.
Desde su entrada en Cajamarca y la increíble detención de Atahualpa,
los sucesos llevaron a Pizarro y sus hermanos a vivir en continuas
contiendas, no solo frente a los incas sino también contra sus propios
compañeros españoles. Aprovechándose de la reciente guerra fratricida
por el trono de los Incas, Pizarro constituyó su propia gobernación,
hasta que otros como él, conquistadores en búsqueda de riquezas y poder,
provocaron guerra, sangre y fuego. Los abusos de sus hermanos, sobre
todo, Hernando y Gonzalo, así como las desavenencias territoriales con
su socio y coempresario, Almagro, llevaron a los incas, encabezados por
el emperador «títere» de los españoles, Manco Inca, a liderar una
rebelión llena de batallas, persecuciones y retiradas, que en poco más
de 40 años desmembraron no solo un imperio, sino también una cultura y
casi una raza. MacQuarrie es capaz de plasmar las batallas con gran
realismo, como también la realidad del superior engranaje, armamento y
poderío militar de los españoles, que con su caballería y armas de fuego
fueron capaces de doblegar a miles de indígenas que en aquel momento se
encontraban prácticamente todavía en la edad del bronce. Sin embargo,
el autor detalla y remarca la capacidad de lucha de los incas en un
territorio inmenso, gracias a su guerra de guerrillas y de resistencia
frente al conquistador. Y precisamente Vilcabamba fue su último reducto,
escondido en los márgenes del territorio inca, en la zona de las
cuencas amazónicas, en donde los grandes caudales y la frondosa selva
podrían haber evitado lo inevitable.
Y precisamente es aquí donde el autor, cambiando de registro, se
embarca en el relato de casi un siglo de exploraciones en búsqueda de
esta ciudad perdida. En primer lugar, fue en 1911 cuando un espigado
norteamericano llamado Hiram Bingham, pretendiendo encontrar Vilcabamba,
descubrió las ruinas de Machu Pichu. Ante la inexactitud de sus
cálculos y otras circunstancias, el explorador determinó haber
encontrado la última capital inca, aferrándose a la idea de identificar
Machu Pichu como Vilcabamba hasta su muerte en 1956. Años más tarde, el
aventurero John Savoy demostró el error de su antecesor y encontró los
restos de la capital, cerca de donde Bingham había explorado, pero su
extravagante personalidad lo llevó de retorno a Reno, EEUU, abandonando
sus exploraciones y fundando una religión a su medida. Será ya en los
años 80 cuando el matrimonio de los Sres. Lee, interesándose en el
trabajo de Savoy, se internará en la región y confirmará la
identificación de las ciudades perdidas gracias a muchas temporadas de
trabajo in situ. Finalmente, en las últimas páginas, el autor desgrana
las interpretaciones sobre Machu Pichu, descubriendo su origen y sentido
dentro de la cultura Inca.
A pesar de ser un ensayo, el autor tiene la capacidad de contar los
acontecimientos con la agilidad propia de una novela, lo que creo que
resulta interesante para el lector que quiera tener un acercamiento, no
solo histórico, si no también, en el género de la exploración, sobre
aquellas tierras y ciudades. Tengo que apuntar que en algunos fragmentos
de la parte histórica del libro, el escritor no habla especialmente
bien de la conducta de los conquistadores, hasta el punto de designar en
dos ocasiones a Pizarro como un terrorista, apunte totalmente
anacrónico y fuera de lugar en un trabajo de esta entidad. Sin embargo, y
salvando lo dicho, en general el tratamiento global de la conquista, es
bastante objetivo, teniendo en cuenta el abuso y las tropelías
cometidas por los españoles. La bibliografía, tanto de la época como de
la actualidad es bastante extensa, y da pie a pensar que MacQuarrie ha
preparado con interés y dedicación el ensayo. Un libro agradable de leer
y curioso, por su particular aportación histórica y arqueológica, que
redunda en un texto interesante.
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