miércoles, 5 de diciembre de 2018

La complicada búsqueda del Planeta 9



https://www.microsiervos.com/


https://youtu.be/1nVOnX2eABw




En enero de 2016 los astrónomos Konstantin Batygin y Mike Brown publicaron un artículo en el que exponen su teoría de que debe existir un noveno planeta en el sistema solar. Se trataría de un planeta con un tamaño similar al de Neptuno y unas 10 veces la masa de la Tierra que recorre una órbita enormemente ovalada que tarde entre 10.000 y 20.000 años en recorrerla. Estaría a una distancia media 20 veces mayor del Sol que la de Neptuno, llegando a acercarse a un mínimo de 300 unidades astronómicas del Sol y a un máximo de unas 1.000. Cada UA son 150 millones de kilómetros.
Pero aunque su estudio se sostiene en cuanto a los razonamientos y datos en los que se apoya nadie hasta ahora ha visto ese planeta. Lo que tampoco es de extrañar, porque aparte de que el cielo es muy grande su brillo puede llagar a ser unas 25.000 veces menor que el de Plutón cuando está en la parte más alejada del Sol de su órbita.
Sin embargo Batygin y Brown han sido capaces de determinar que el noveno planeta debe estar en una zona del cielo comprendida entre las constelaciones de Orión y Tauro, así que por allí están intentando localizarlo.
El problema es que aún reduciendo el campo de búsqueda a la zona del cielo entre esas dos constelaciones la cantidad de cielo a buscar es enorme, de unas 4.000 veces el tamaño de la Luna. Y telescopios como el Hubble o el Keck, que no deberían tener problemas para ver un objeto aún tan poco brillante como el planeta 9, ven una zona del cielo tan pequeña que sería el cuento de nunca acabar.
Por eso desde 2007 Batygin y Brown están usando el telescopio Subaru para intentar encontrarlo. Su campo de vista es de unas seis veces el tamaño de la Luna, así que en ese sentido es un avance. Pero hay astrónomos de todo el mundo que también quieren usar el Subaru para sus propias observaciones, con lo que tienen que contentarse con el tiempo que les dan. Tiempo que además tiene que ser entre septiembre y febrero para que la zona del cielo que les interesa esté a la vista del Subaru. Y tiempo en el que la meteorología tiene que colaborar, no sólo con cielos claros sino también libres de turbulencia. Tampoco ayuda que el Planeta 9 se mueve tan lento que necesitan observar dos noches seguidas el mismo trozo de cielo para poder detectar su movimiento.
Pero a pesar de todos los pesares siguen buscando. De hecho estos días están en Hawaii en su tercera campaña de observación a la caza del planeta 9.















La entrada en servicio del LSST (Large Synoptic Survey Telescope, Gran Telescopio para Rastreos Sinópticos) podría simplificar mucho la búsqueda del Planeta 9, pues es un telescopio con un campo de vista tan amplio que le permite observar todo un hemisferio celeste cada 5–7 días. Pero con sensibilidad de sobra para ver al Planeta 9 aunque esté pasando por delante de la Vía Láctea, cuyo brillo podría taparlo. Además esa va a ser su tarea: observar todo el cielo una y otra vez durante al menos 10 años, con lo que revisitará cada una de las zonas del cielo en las que su campo de visión lo divide unas 825 veces. Pero no se espera que empiece a funcionar antes de 2022.
Así que por ahora no queda sino esperar que haya suerte con el Subaru… o con cualquier otra campaña de observación que pueda encontrar el Planeta 9 por pura chiripa.
Si es que existe, que no hay que recordar que por ahora su existencia no es más que una posible explicación a ciertas observaciones. Pero mientras miramos quizás descubramos cosas nuevas, lo que tampoco estaría nada mal.
Y sí, como decía en su momento, sería altamente irónico que uno de los autores del estudio que podría permitirnos dar con el Planeta 9 fuera Mike Brown, el descubridor de Eris, el planeta enano que hizo que Plutón perdiera su condición de noveno planeta del sistema solar.

Globe staff photos of the month, November 2018




https://www.bostonglobe.com/news/bigpicture/


Here’s a look at some of the best images taken by Globe photographers last month: a colorful sunrise, the start of recreational marijuana sales, Christmas tree lightings, Alex Cora visits Puerto Rico, and high school sports. 

The sun wasn’t out much in November, but it made a spectacular appearance at dawn in South Boston on the last Friday of the month. (David L. Ryan/Globe Staff)

jueves, 18 de octubre de 2018

FOTOGRAFIA




 Juan Manuel Castuera fue un fotógrafo gallego (nacido el 31 de diciembre de 1921 en Gondomar, Pontevedra, fallecido en Santiago de Compostela el 8 de abril de 1990) que cultivó paisajes y marinas gallegos con estilo pictorialista y el retrato, principalmente de niños, que le proporcionó un gran prestigio.
Fuente: www.cadadiaunfotografo.com / https://flipboard.com/section/fotografía-bqs8guphnadfqjhp/juan-manuel-castuera/f-

viernes, 21 de septiembre de 2018

"Caminando a orillas del mar"





Meghan Trainor - Like I'm Gonna Lose You










El cerebro de un mentiroso funciona de manera diferente




https://lamenteesmaravillosa.com/


Cuando alguien miente de forma repetida deja de tener una respuesta emocional ante sus propias falsedades. Así, y ante una ausencia total de sentimientos esta práctica se hace más fácil y se convierte en un recurso habitual. Por eso, los neurólogos han llegado a la conclusión de que el cerebro de un mentiroso funciona de manera diferente: son mentes hábilmente entrenadas para ese fin.
Si hay algo que caracteriza al cerebro humano es su plasticidad, lo sabemos. Por ello, no nos extrañará saber que la mentira es al fin y al cabo una habilidad como cualquier otra, y que para mantener un buen nivel de excelencia, basta con practicar a diario. Hay quien siente pasión por las matemáticas, el diseño o la escritura, disciplinas que por sí mismas también modelan cerebros distintivos en base a nuestros estilos de vida, a nuestras prácticas habituales.
El campo de la psicología y la sociología siempre se ha sentido interesado por el mundo de las mentiras y el engaño. Sin embargo, desde hace unas décadas y en vista de los grandes avances en las técnicas de diagnóstico, es la neurociencia quien nos está ofreciendo una información más valiosa a la vez que inquietante. ¿La razón? Si dijéramos en este mismo momento que la personalidad deshonesta es el resultado del entrenamiento y la habituación continua es posible que más de uno se sienta sorprendido.
Quien empieza con las pequeñas mentiras y hace de ellas un hábito, induce al cerebro a un estado progresivo de desensibilización. Poco a poco, las grandes mentiras duelen menos y se convierten en un estilo de vida…

El cerebro de un mentiroso y la amígdala

A la mayoría de nosotros nos llama la atención ciertos comportamientos de esos agentes sociales que habitan en nuestro día a día. Vemos, por ejemplo, a algunos políticosaferrados a sus mentiras, defendiendo su honestidad y normalizando actos que por sí mismos son altamente reprobables y hasta delictivos. ¿Van estas dinámicas en su papel como cargos públicos o hay quizá algo biológico?
Tali Sharot, una profesora de neurociencia cognitiva del University College de Londres nos indica que, efectivamente, hay un componente biológico, pero también un proceso de entrenamiento. Así, la estructura cerebral que se relaciona de forma directa con estas conductas deshonestas es sin duda la amígdala. El cerebro del mentiroso pasaría en realidad por un sofisticado proceso de auto-entrenamiento donde acabar prescindiendo de toda emoción o sentimiento de culpa.
En la revista Nature Neuroscience tenemos un artículo muy completo publicado en el 2017, donde se detalla esto mismo. No obstante, y para entenderlo mejor pondremos un ejemplo. Imaginemos a un joven que llega a un cargo de poder en su empresa. Para transmitir liderazgo y confianza en sus empleados, recurre a las pequeñas mentiras. Estas disonancias, estos pequeños actos reprobables hacen reaccionar a nuestra amígdala.Esta pequeña estructura del sistema límbico relacionada con nuestra memoria y reacciones emocionales, es quien limita el grado en el que estamos dispuestos a mentir.
Ahora bien, este joven, acaba convirtiendo el uso de las mentiras en un recurso constante. Su trabajo en dicha organización se basa ya en la utilización permanente y deliberada del engaño. Cuando este enfoque es habitual, la amígdala deja de reaccionar, crea tolerancia y ya no emite ningún tipo de reacción emocional. La sensación de culpabilidad desaparece, no hay remordimientos ni preocupación alguna.
El cerebro de un mentiroso, por así decirlo, se adapta a la deshonestidad.

La mentira hace trabajar al cerebro de un modo diferente

Quien miente necesita dos cosas: memoria y frialdad emocional. Esto mismo es lo que nos indican en uno de los libros más completos sobre el cerebro de un mentiroso: “Por qué mentimos… en especial a nosotros mismos: La ciencia del engaño” del catedrático de psicología Dan Ariely. Asimismo, también se nos invita a descubrir otros procesos neurológicos no menos interesantes sobre el tema.
En un experimento realizado por el propio doctor Ariely reveló que la estructura cerebral de los mentirosos patológicos dispone de un 14% menos de sustancia gris. Sin embargo, presentaban entre un  22 y 26% más de materia blanca en la corteza prefrontal. ¿Qué significa esto? Básicamente que el cerebro de un mentiroso establece muchas más conexiones entre sus recuerdos y sus ideas. Esa mayor conectividad les permite dar consistencia a sus mentiras y un acceso más rápido a esas asociaciones.
Todos estos datos nos dan una pista sobre cómo la deshonestidad se gesta desde dentro, desde esos procesos cognitivos que van adquiriendo poco a poco mayor solvencia a medida que los practicamos, a medida que nuestro cerebro deja también de añadir el componente emocional a esos actos.
Así, el doctor Airely no deja de ver en estas prácticas algo ciertamente aterrador. El hecho de que la amígdala deje de reaccionar ante ciertos hechos revela a su vez que estamos perdiendo eso que, de algún modo nos hace humanos. Quien ya no ve que sus actos tienen consecuencias sobre los demás, pierde su nobleza, la bondad natural que supuestamente, debería definirnos a todos.
El cerebro de un mentiroso se conforma a raíz de un conjunto de motivaciones oscuras. Podríamos decir que tras esa persona que opta por hacer de la mentira su forma de vida, hay una serie de fines muy concretos: deseo de poder, de estatus, de dominación, interés personal… Es la ideología de quien decide en un momento dado, priorizarse a sí mismo por encima de los demás. Y nada puede ser más inquietante.
Pensemos en ello.

Estas 10 ilustraciones reflejan cómo se viven los problemas mentales



http://www.rinconpsicologia.com/2018/



Cuando te pido que me escuches, y empiezas a decirme por qué no tendría que sentirme así, no respetas mis sentimientos. 

Cuando te pido que me escuches, y me dices qué debo hacer para resolver mi problema, estás asumiendo que no puedo hacerlo por mi cuenta. 

Cuando te pido que me escuches, y minimizas lo que me sucede, no respondes a mis necesidades emocionales. 

Hay actitudes que alejan más que cualquier distancia y, aunque no siempre es fácil comprender a los demás, debemos asegurarnos de que la falta de empatía no se convierta en un obstáculo adicional contra el cual deben luchar las personas que sufren algún trastorno psicológico. 

Estas originales ilustraciones de Federico Babina, un arquitecto y diseñador gráfico italiano, resumen a la perfección los principales trastornos mentales. A través de esta serie, denominada “Archiatric”, podemos sumergirnos durante unos instantes en el mundo de esas personas. 

El diseñador nos anima a imaginar cómo sería vivir en esa casa, un poderoso ejercicio de empatía que nos permitirá ponernos en el lugar de la persona que tiene que habitar en una mente confundida o abatida por los problemas psicológicos.

Archiatric: La serie que muestra cómo se reflejarían los trastornos psicológicos en las casas


1. Depresión: La depresión no es una simple tristeza multiplicada por diez, es un estado en el que casi todo pierde su sentido, incluyendo la vida. La persona deprimida se siente invadida por una profunda apatía y desesperanza, no tiene fuerzas para seguir adelante. 


2. Ansiedad: La ansiedad no es sentirse simplemente estresado o nervioso, es un estado de expectación y angustia de carácter difuso en el que se teme que algo malo pueda ocurrir de un momento a otro. La persona necesita estar a la defensiva y protegerse, aunque no se sabe exactamente de qué. Por eso, resulta un trastorno agotador. 


3. Trastorno bipolar: El trastorno bipolar no es un capricho, son profundas y constantes fluctuaciones del estado de ánimo que la persona no puede controlar en las cuales pasa de periodos de manía con una extraordinaria energía a etapas de depresión y apatía. 


4. Demencia: La demencia no son simples despistes, es un trastorno lento pero inexorable que provoca un deterioro de la pérdida de memoria y la capacidad para razonar, como si el mundo interior de la persona se fuera difuminando en pequeños cuadros. 


5. Fobia: La fobia va mucho más allá del miedo, haciendo que la persona se cree una coraza protectora que la ayude a mantenerse alejada de los peligros que la acechan. Como resultado, se va aislando cada vez más. 


6. TOC: La persona que padece un trastorno obsesivo-compulsivo siente una profunda tensión interior que normalmente solo puede aliviar poniendo en marcha determinados rituales, las compulsiones. Normalmente necesita que su mundo sea muy estructurado, hasta tal punto que esa estructuración le arrebata su espacio vital. 


7. Esquizofrenia: La esquizofrenia puede llegar a ser un trastorno muy discapacitante que implica una pérdida de contacto con la realidad, marcada por un mundo interior caótico donde la lógica ha dejado de gobernar. 


8. Paranoia: La paranoia hace que los pensamientos se conviertan en la realidad de la persona, una realidad distorsionada y amenazante donde no se siente a salvo y de la que necesita protegerse constantemente. 


9. Autismo: La persona con autismo está volcada en su mundo interior, el cual se convierte en su realidad, aislándola de los demás. 


10. Alzheimer: El Alzheimer no se limita a los problemas de memoria, también ataca la capacidad de la persona para pensar y planificar, así como sus habilidades para gestionar las emociones. Es un trastorno en el que el “yo” se resquebraja, literalmente.

fuente: http://www.rinconpsicologia.com/2018/