viernes, 29 de mayo de 2015
jueves, 28 de mayo de 2015
Alpes de Kamnik y de la Savinja en Eslovenia
Alpes de Kamnik y de la Savinja en EsloveniaEn el oeste de esta región se encuentra Kamnik , una ciudad medieval muy bonita y bien conservada, a sólo un tiro de piedra de Ljubljana y la puerta de entrada a los maravillosos Alpes Savinjske Kamnisko o Alpes de Kamnik y de la Savinja en español.
Esta zona es menos visitada por los extranjeros que otras montañas en Eslovenia, pero es muy popular entre los eslovenos.
Esta región tiene como atracción pueblos pintorescos como Kamnik, Mozirje y Slovenj Gradec y pueblos alpinos con encanto como Šentanel.
Excelente para practicar senderismo ,ciclismo y disfrutar de varios balnearios termales en un entorno natural precioso.
jueves, 14 de mayo de 2015
La psicología del miedo: ¿Por qué nos asustan las arañas?
http://es.gizmodo.com/
El
miedo a las arañas (no confundir con aracnofobia, más sobre eso unas
líneas más abajo) es un fenómeno relativamente extendido. Hay
excepciones, como en todos los casos, pero lo más habitual es sentir
miedo, o como mínimo rechazo, por este y otros tipo de arácnidos. ¿Por
qué ocurre?
Hay varios
factores implicados, pero antes que nada, el miedo o repulsión por las
arañas no debe ser confundido con la aracnofobia. La aracnofobia es una
de las fobias más extendidas y por eso se confunde habitualmente pero,
como todas las fobias, tiene un carácter irracional y es un trastorno
psicológico, una patología, que debe ser tratada apropiadamente. Las
personas con aracnofobia someten ciertos aspectos de su vida diaria como
el lugar al que van de vacaciones o la línea de autobús que toman según
su miedo a las arañas.
Dime dónde vives y te diré a qué le temes
La otra
parte, completamente normal, es la sensación de repulsión o rechazo a
las arañas. Aquí hay que definir, parcialmente, lo que es “normal”. Ese
miedo es normal en gran parte de la cultura occidental, sobre todo la
europea. En otras partes del mundo, como Indochina, el Caribe o ciertas
partes de África las arañas se contemplan como una exquisitez,
comestible, antes como algo a lo que se debe tener miedo.
Un estudio entre diversas etnias y culturas
descubrió que el miedo era frecuente en países tanto occidentales como
occidentalizados, pero disminuía radicalmente en la mayoría de países de
Asia y en otros con fuerte influencia asiática, como la India.
El miedo adquirido
“¡Temedme, humanos!”
La otra
parte más interesante, es la que hace que ciertos elementos nos
produzcan repulsión de manera natural. No ocurre sólo con animales,
también ocurre con ciertas formas situaciones (la oscuridad o los
ascensores, que tanto se exprimen en las películas de terror, por
ejemplo), comidas o secreciones (mocos, heces).
En este caso, la mayoría de estudios sostienen
que los animales que nos repelen han estado asociados, durante
generaciones, a enfermedades o infecciones. Algunos animales nos
disgustan porque están directamente asociados con la propagación de las
mismas, como las ratas, otros porque nos recuerdan a elementos que nos
asquean, como los las babosas lo hacen a distintas mucosidades (y que a
su vez nos dan asco por un mecanismo de autodefensa, curiosamente) o las
larvas, que indican posible putrefacción.
Varias
plagas en la Edad Media, y una sensibilidad alérgica a las picaduras de
araña, tan normales en su mayoría como las de un mosquito, podrían estar
detrás del fenómeno. Durante esa época, cualquier comida que hubiese
estado en contacto con una araña, aunque fuese un simple roce, se
consideraba como contaminada.
Cabe
pensar, en ese sentido, que el miedo a arañas y similares es una simple
cuestión histórica, étnica o cultural, que podría ser revertida del
mismo modo en el que se formó. Y que explica el primer punto: por qué en
algunos países (alejados de dichas plagas en su correspondiente momento
histórico) se perciben de una manera y no de otra.
Es algo
susceptible a la educación. Implicaría también que un hijo de europeos
pero adoptado y educado por asiáticos, por ejemplo, no sentiría ese tipo
de miedo.
Por su forma las temerás, el miedo en nuestros genes
La forma alargada de las patas de esta araña es suficiente para provocar miedo o rechazo.
Por otro
lado, y de manera relacionada, hay ciertos elementos en la forma, las
características y los movimientos de muchos insectos, no solo las
arañas, que nos producen temor de manera irracional. Eso también está grabado, de alguna manera, en nuestro código genético y tiene que ver con los estímulos de fight or flight, el tipo de estímulo que nos impulsa a huir ante determinadas situaciones de posible peligro.
La arañas
no son exclusivas en este aspecto. Polillas, cucarachas o escarabajos se
unen aquí. Nos dan miedo porque su forma la asociamos con otros
patrones y características que sí nos dan miedo. El movimiento irregular
y rápido de una cucaracha, por ejemplo, se ha relacionado también con
este fenómeno particular.
Lo irónico
es que sólo un 1% de todas las especies de arañas pueden producirnos
algún tipo de daño y además están alejadas de Europa, normalmente en
América Central. Y no, no nos comemos ninguna involuntariamente mientras dormimos.
Las ciudades que quieren crecer bajo tierra
http://www.bbc.co.uk/mundo/
En muchos sentidos, la casa de tres
habitaciones de Bernadette Roberts es como cualquier otra. "Salón,
comedor, cocina, con todas las comodidades modernas. Es como una casa
normal".
Solo que no lo es: Roberts vive bajo tierra. Es residente
de Coober Pedy, un pequeño pueblo 846 kilómetros al norte de Adelaida,
en el sur de Australia.
El pueblo es conocido por dos cosas: sus
minas de ópalo y sus "búnkeres", casas subterráneas excavadas en la
roca, que albergan al 80% de la población del pueblo.
Coober Pedy es un lugar inhóspito, donde las temperaturas pueden alcanzar los 50 grados centígrados.
Hace
un siglo los mineros se dieron cuenta de que era mucho más fresco vivir
bajo tierra, y los residentes han vivido así desde entonces.
Roberts
dice que "un buen día", cuando las temperaturas fuera oscilan entre los
30 y los 40 grados, la temperatura en su casa está en 23 o 25 grados.
"Es como entrar en una habitación con aire acondicionado", dice.
Con
dos tercios de la población mundial viviendo en ciudades en 2050, se
espera que el terreno urbano se convierta en un recurso cada vez más
limitado.
Cuando no hay espacio...
Singapur es uno de los países más abarrotados del planeta.
Sus habitantes, casi 5,5 millones, viven apretados en una ciudad estado de solo 710 kilómetros cuadrados.
"Para
Singapur, la principal razón para construir bajo tierra es solventar la
escasez de terreno", dice Zhou Yingxin, del Centro asociado de
investigación sobre espacio urbano subterráneo de Singapur, una
organización no gubernamental de expertos que diseñan y analizan los
espacios subterráneos de las ciudades.
Un proyecto que está sobre la mesa en la actualidad es el de la Ciudad de la Ciencia Subterránea.
Diseñada
para albergar 300.000 metros cuadrados de instalaciones dedicadas a la
investigación y el desarrollo, entre los 30 y los 80 metros debajo de la
superficie, la ciudad apoyará a las industrias biomédica y bioquímica,
entre otras.
Si se completa, se estima que allí trabajarán unas 4.200 personas.
"Rascasuelos"
En otros casos, el terreno es escaso debido a limitaciones de protección del patrimonio cultural.
En Ciudad de México, por ejemplo, hay estrictas limitaciones en el centro histórico.
Es
por ello que el estudio de arquitectura BNKR ha diseñado una enorme
pirámide invertida de 300 metros de profundidad, denominada
"Rascasuelos".
El fundador y director de BNKR, Esteban Suarez, espera que el Rascasuelos inspire a una nueva "especie" de edificios.
En
China, la demanda de vivienda asequible en Pekín está forzando a la
gente a mudarse bajo tierra en condiciones menos glamurosas.
Annette
Kim, directora del Laboratorio de Análisis Espacial de la Universidad
del Sur de California, pasó casi un año en la capital china, entre 2013 y
2014, estudiando las condiciones de quienes viven en las viviendas
subterráneas: una mezcla de refugios antiaéreos y sótanos reconvertidos
en pequeñas unidades dormitorio.
"El rango en las condiciones de
las viviendas es amplio", dice Kim. "Me imaginaba una miseria terrible, y
hay algunos sitios terribles, pero lo sorprendente es que también vi
lugares muy agradables, en relación a los estándares de Pekín".
Millones bajo tierra
¿Cuánta gente vive bajo tierra en Pekín? Kim dice que las estimaciones oficiales varían entre los 150.000 y los dos millones.
"Diría que un millón. Es bastante increíble", dice Kim.
Kim
cree que dos factores han propiciado esta situación: el enorme boom de
la construcción en China, que ha creado una mayor oferta de espacio
subterráneo disponible, y la escasez de viviendas a precios asequibles.
La
temperatura es también un factor en Helsinki, Finlandia, donde las
autoridades han construido nueve millones de metros cúbicos de
instalaciones por debajo de la ciudad: tiendas, una pista para correr,
una pista de hielo y una piscina.
La diseñadora principal del
proyecto subterráneo de la ciudad, Eija Kivilaakso, dice que las
condiciones bajo tierra son con frecuencia más favorables que en la
superficie, sobre todo en invierno, cuando las temperaturas pueden bajar
hasta los -20 grados centígrados.
"Con el tiempo de Helsinki, es agradable trabajar o tomar café bajo tierra. No tenemos que salir bajo la lluvia o el frío".
Miedos oscuros
Pero, ¿estamos dispuestos a pasar largos períodos de tiempo en edificios subterráneos?
"La
mente humana está naturalmente predispuesta a temer los espacios
subterráneos, a los que asocia con ambientes oscuros, pequeños,
cavernosos y con el peligro de ser enterrado vivo", dice Suárez.
Para un pequeño porcentaje de personas, el solo pensamiento de estar bajo tierra en un espacio cerrado puede ser terrorífico.
Gunnar
D Jenssen, que investiga la psicología bajo tierra y el diseño de
espacios para la organización de investigación escandinava SINTEF, ha
descubierto que cerca del 3% de las personas son muy claustrofóbicas.
Pero hay formas de contrarrestar sus miedos.
"Si le das a estas
personas algo que les hace percibir que tienen control sobre la
situación, aceptan estar en ella. Esa es la clave. Transferir esto a la
arquitectura, al diseño, es la línea de trabajo que estamos siguiendo".
"Las
cosas básicas que debes tener es aire limpio, tienes que tener el
espacio, tiene que ser espacioso y percibirse como espacioso. Puedes
usar ilusiones, pero lo mejor es que sea realmente espacioso y tenga
buena iluminación".
Lawrence Palinkas, de la Universidad de
California del Sur, dice que la falta de luz del sol puede provocar
problemas para dormir y alterar las funciones hormonales y del
comportamiento, lo que puede causar distintas enfermedades crónicas.
Pero
"la coordinación y la exposición rutinaria a una luz radiante que puede
emular las propiedades de la luz del sol puede permitir a las personas
vivir bajo tierra durante largos periodos".
Así que, técnicamente, podemos vivir bajo tierra. ¿Pero lo haremos?
Annette Kim, habiendo visto de primera mano los efectos de la demanda de vivienda de Pekín, cree que quizás sí.
"Si seguimos viviendo esta rápida urbanización y la gente quiere ir a las grandes ciudades, vamos a tener que hacerlo, sí".
Kim
dice que también depende de cómo se utiliza el espacio. "Mucha gente va
allí a dormir por la noche. No es un dulce hogar para pasar tiempo en
él. La gente utiliza los espacios públicos en la superficie para recibir
luz del sol y aire".
miércoles, 13 de mayo de 2015
El botón cerebral del miedo
http://www.muyinteresante.es/
El miedo es una emoción necesaria, pero en su justa medida: tan malo es tener poco (lo que aboca a las conductas temerarias) como demasiado: entonces nos enfrentamos a trastornos de ansiedad.
Los científicos sabían que el aprendizaje y la memoria de este sentimiento procedía de una región cerebral llamada amígdala central, pero ignoraban qué mecanismo neuronal la activaba.
Ahora, neurocientíficos del Cold Spring Harbor Laboratory han afinado más y, después de realizar experimentos con ratones, señalan un grupo de neuronas llamado núcleo paraventricular del tálamo (PVT, por sus siglas en inglés). Al parecer, esta zona de la masa gris es extremadamente sensible a las situaciones de estrés.
Como explican en la revista Nature, las células nerviosas del PVT se enraízan profundamente en la amígdala central; cuando los científicos desconectaban este vínculo, los animales de laboratorio dejaban de aprender a reaccionar con miedo ante los estímulos. Es, por tanto, una diana ideal para desarrollar fármacos contra los trastornos de ansiedad.
La clave en esa conexión, como comprobaron los autores del estudio al analizar datos de personas aquejadas de estrés postraumático, reside en una molécula llamada BDNF, mensajero químico asociado a trastornos de ansiedad y que desempeña un papel importante en el nacimiento y la conexión de neuronas. Al aumentar los niveles de BDNF en la amígdala central de los ratones, estos mostraban una conducta más temerosa y creaban recuerdos a largo plazo sobre las situaciones que le habían generado angustia.
El miedo es una emoción necesaria, pero en su justa medida: tan malo es tener poco (lo que aboca a las conductas temerarias) como demasiado: entonces nos enfrentamos a trastornos de ansiedad.
Los científicos sabían que el aprendizaje y la memoria de este sentimiento procedía de una región cerebral llamada amígdala central, pero ignoraban qué mecanismo neuronal la activaba.
Ahora, neurocientíficos del Cold Spring Harbor Laboratory han afinado más y, después de realizar experimentos con ratones, señalan un grupo de neuronas llamado núcleo paraventricular del tálamo (PVT, por sus siglas en inglés). Al parecer, esta zona de la masa gris es extremadamente sensible a las situaciones de estrés.
Como explican en la revista Nature, las células nerviosas del PVT se enraízan profundamente en la amígdala central; cuando los científicos desconectaban este vínculo, los animales de laboratorio dejaban de aprender a reaccionar con miedo ante los estímulos. Es, por tanto, una diana ideal para desarrollar fármacos contra los trastornos de ansiedad.
La clave en esa conexión, como comprobaron los autores del estudio al analizar datos de personas aquejadas de estrés postraumático, reside en una molécula llamada BDNF, mensajero químico asociado a trastornos de ansiedad y que desempeña un papel importante en el nacimiento y la conexión de neuronas. Al aumentar los niveles de BDNF en la amígdala central de los ratones, estos mostraban una conducta más temerosa y creaban recuerdos a largo plazo sobre las situaciones que le habían generado angustia.
Fabrican hueso solo con algunas proteínas de las células madre
http://www.tendencias21.net/
El enfoque resulta tan eficaz como el tratamiento
estándar actual con este tipo de células, en lo que a cantidad de tejido
óseo creado se refiere
El uso de células madre para la fabricación de nuevos huesos parece
prometedor, pero estas células, una vez implantadas en el organismo,
pueden provocar tumores. Investigadores estadounidenses han encontrado
ahora la manera de aprovechar las células madre eludiendo este riesgo:
sacándoles las proteínas que fomentan el crecimiento de los huesos e
implantándolas en ratones. El resultado fue la creación de tejido óseo
en la misma cantidad que si se hubiese hecho el implante con las células
madre completas, aseguran.
El desarrollo artificial de tejidos orgánicos es un sueño que
persigue la ciencia desde hace años. La finalidad es usar, algún día,
estos tejidos en la fabricación de órganos o huesos.
En lo que se refiere al desarrollo de tejidos óseos, hasta ahora se ha avanzado por distintas vías. Por ejemplo, en los Países Bajos se ha conseguido imitar en laboratorio el proceso natural de formación de los huesos, así como observar dicho proceso con gran detalle. Además, hace un par de años, investigadores granadinos patentaron un nuevo biomaterial que permite generar tejido óseo, esto es, huesos artificiales, a partir de células madre procedentes de cordón umbilical.
El tema del uso de células madre para tal fin parece, por tanto, una posibilidad alentadora. El problema es que, como se ha demostrado, una vez que se implantan estas células en un organismo, estas proliferan, pudiendo desarrollar no solo el tejido, el órgano o el hueso deseados, sino también tumores.
Una solución alternativa
Ahora, un equipo de científicos de los Institutos Gladstone de San Francisco (EEUU) han descubierto una manera de regenerar el tejido óseo aprovechando las células madre, pero reduciendo el riesgo de estas.
En concreto, los investigadores comprobaron que se pueden usar las proteínas producidas por dichas células –en lugar de las células madre en sí- para crear hueso nuevo. Entre estas proteínas estarían las llamadas proteínas morfogénicas óseas (BMPs), que son factores de crecimiento con la capacidad de inducir fuertemente la formación de hueso nuevo (al igual que cartílago y tejido conjuntivo).
La tecnología podría ayudar a tratar a víctimas de traumatismos en extremidades, como soldados heridos en combate o personas heridas tras un desastre natural. Según un comunicado institucional, el enfoque resulta tan eficaz como el tratamiento estándar actual con células madre, en lo a cantidad de hueso creado se refiere.
En lo que se refiere al desarrollo de tejidos óseos, hasta ahora se ha avanzado por distintas vías. Por ejemplo, en los Países Bajos se ha conseguido imitar en laboratorio el proceso natural de formación de los huesos, así como observar dicho proceso con gran detalle. Además, hace un par de años, investigadores granadinos patentaron un nuevo biomaterial que permite generar tejido óseo, esto es, huesos artificiales, a partir de células madre procedentes de cordón umbilical.
El tema del uso de células madre para tal fin parece, por tanto, una posibilidad alentadora. El problema es que, como se ha demostrado, una vez que se implantan estas células en un organismo, estas proliferan, pudiendo desarrollar no solo el tejido, el órgano o el hueso deseados, sino también tumores.
Una solución alternativa
Ahora, un equipo de científicos de los Institutos Gladstone de San Francisco (EEUU) han descubierto una manera de regenerar el tejido óseo aprovechando las células madre, pero reduciendo el riesgo de estas.
En concreto, los investigadores comprobaron que se pueden usar las proteínas producidas por dichas células –en lugar de las células madre en sí- para crear hueso nuevo. Entre estas proteínas estarían las llamadas proteínas morfogénicas óseas (BMPs), que son factores de crecimiento con la capacidad de inducir fuertemente la formación de hueso nuevo (al igual que cartílago y tejido conjuntivo).
La tecnología podría ayudar a tratar a víctimas de traumatismos en extremidades, como soldados heridos en combate o personas heridas tras un desastre natural. Según un comunicado institucional, el enfoque resulta tan eficaz como el tratamiento estándar actual con células madre, en lo a cantidad de hueso creado se refiere.
Cómo se hace
El proceso desarrollado por los científicos consiste en, en tratar células madre con productos químicos para obtener de ellas aquellos factores esenciales que envían la señal de regeneración de tejido nuevo.
A continuación, estas señales sustraídas -o proteínas- son colocadas en el tejido muscular de ratones, para facilitar el crecimiento de hueso nuevo.
Según los investigadores, el método estándar actual implica moler viejos huesos para extraer de ellos esas mismas proteínas y factores de crecimiento necesarios para estimular el crecimiento de nuevo hueso. Sin embargo, este enfoque presenta restricciones significativas, dado que ha de tomar dichos huesos de cadáveres. Estos son muy variables en términos de calidad de los tejidos y de la cantidad de señales de crecimiento que de ellos se pueden obtener. Además, al igual que sucede con la donación de órganos, el tejido de cadáver no siempre está disponible.
"Estas limitaciones hacen necesario contar con un material de origen más consistente y reproducible, para la regeneración de tejidos", explica Todd McDevitt, director de la investigación. “Como recurso renovable a la vez escalable y consistente, las células madre pluripotentes son una solución ideal", concluye.
El proceso desarrollado por los científicos consiste en, en tratar células madre con productos químicos para obtener de ellas aquellos factores esenciales que envían la señal de regeneración de tejido nuevo.
A continuación, estas señales sustraídas -o proteínas- son colocadas en el tejido muscular de ratones, para facilitar el crecimiento de hueso nuevo.
Según los investigadores, el método estándar actual implica moler viejos huesos para extraer de ellos esas mismas proteínas y factores de crecimiento necesarios para estimular el crecimiento de nuevo hueso. Sin embargo, este enfoque presenta restricciones significativas, dado que ha de tomar dichos huesos de cadáveres. Estos son muy variables en términos de calidad de los tejidos y de la cantidad de señales de crecimiento que de ellos se pueden obtener. Además, al igual que sucede con la donación de órganos, el tejido de cadáver no siempre está disponible.
"Estas limitaciones hacen necesario contar con un material de origen más consistente y reproducible, para la regeneración de tejidos", explica Todd McDevitt, director de la investigación. “Como recurso renovable a la vez escalable y consistente, las células madre pluripotentes son una solución ideal", concluye.
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