sábado, 8 de agosto de 2015

¿Dónde está nuestra información biométrica?

Fingerprint






El creciente uso de la información biométrica para relacionarnos con el entorno que nos rodea plantea problemas de diversos tipos: una cosa es la información que memorizamos y que podemos en un momento dado reemplazar, y otra muy diferente la información que se encuentra invariablemente vinculada a nosotros, y de la que no podemos desvincularnos de ninguna manera, como nuestro iris, nuestra huella digital o nuestro ADN.
A medida que el escáner de huella digital se convierte en tecnología de adopción estándar en nuestros smartphones, (la mitad de los terminales los incorporarán en el año 2019), surgen problemas derivados de la gestión de esa información: todo indica que Apple, por el momento, ha sabido gestionar ese tema de manera bastante más competente que Android, que se encuentra ahora mismo envuelta en una polémica al anunciarse una ponencia en el próximo Black Hat que explora como atacar dispositivos de Samsung, Huawei y HTC para hacerse con los datos de la huella digital de sus propietarios
Al tiempo, está surgiendo toda una industria que recoge y comercializa este tipo de datos para su uso en investigación policial y judicial, de una manera mucho más sencilla y con menos barreras de entrada de las que podía haber anteriormente en un mundo en el que ese tipo de tecnologías resultaban caras, complejas o inexistentes. Todos los que pasamos por Inmigración en los Estados Unidos, por ejemplo, sabemos que los datos de nuestras huellas digitales y los rasgos biométricos de nuestra cara están incluidos en una serie de base de datos, pero desconocemos exactamente qué tipo de uso se hace de esos datos.
Una iniciativa conjunta de la Electronic Frontier Foundation (EFF) y MuckRock, una página colaborativa para periodistas y ciudadanos que permite acceder a documentos gubernamentales, trata de investigar precisamente ese tipo de cuestiones: aprovechando el derecho de todo ciudadano norteamericano de conocer qué datos suyos están en poder de su gobierno, pretende crear un mapa de este tipo de usos referido a cinco tecnologías específicas: recogida de huellas digitales, reconocimiento facial, escáneres oculares, análisis genético rápido y reconocimientos de tatuajes. La iniciativa permite que una persona solicite los datos que se encuentren en su poder a un organismo determinado, para tratar de aportar transparencia en el tipo de uso que se está haciendo de ellos.
La seguridad y el tracking ya van mucho más allá de nuestros hábitos en la red (aquí otra interesante iniciativa de la EFF en ese sentido, presentada hoy). Identificarnos con nuestra huella digital para utilizar nuestro smartphone puede ser cómodo, seguro y conveniente, del mismo modo que puede parecernos que una cámara en un lugar público puede servir para aportarnos un cierto nivel de seguridad. A partir del momento en que ese sistema de reconocimiento de nuestro smartphone falla y permite que nuestra información sea sustraída, o esa cámara sea utilizada para inventariar a personas que pasan por delante de ella aunque no estén desarrollando ninguna actividad que deba ser objeto de vigilancia, las cosas cambian. Un mundo en el que estas tecnologías se hacen cada vez más sencillas y manejables requiere medidas nuevas medidas que aporten una transparencia sobre su uso. Es importante ir concienciándose con respecto a ello.
 Enrique Dans by Enrique Dans

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