lunes, 10 de julio de 2017

Objetos perdidos: Un conmovedor corto sobre el valor del amor y la memoria




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La vida no siempre va como queremos. A veces las cosas se tuercen y no nos queda otra alternativa que seguir el camino que tenemos por delante. No siempre es fácil, a veces podemos sentir que el destino es muy injusto y nos preguntamos por qué nos ha tenido que pasar algo así justo a nosotros. Sin embargo, cuando lo veamos todo oscuro, debemos pensar que siempre tenemos la posibilidad de elegir cómo recorrer ese camino para lograr que sea menos cuesta arriba. 

Este maravilloso corto titulado “Objetos perdidos” nos invita a reflexionar sobre los duros golpes que nos da la vida, a través de los ojos del amor y la memoria. El vídeo, que es una auténtica joya visual, ha sido escrito y dirigido por Åsa Lucander, una ilustradora escandinava radicada en Londres. No os cuento de qué va para no arruinaros el final pero os aseguro que vale la pena cada minuto.

https://vimeo.com/146226360


Tres grandes enseñanzas para la vida


Como habréis visto, el corto hace referencia a los efectos devastadores de las demencias, un problema que según la OMS afecta a 47 millones de personas en el mundo y cada año registra 9,9 millones de casos nuevos. 

Aunque es muy triste perder la memoria porque con ella no solo perdemos nuestra identidad sino también nuestros recuerdos y, de cierta forma, a nuestros seres queridos, este corto también encierra grandes enseñanzas que nos permiten ver la vida desde otra perspectiva.

1. Paciencia, paciencia, mucha paciencia. A veces, cuando creemos que todo está perdido, solo es necesario seguir insistiendo. Muchas de las situaciones que afrontamos en la vida requieren una gran paciencia hasta que logremos solucionarlas. Hay que aprender a convivir con esa dosis de incertidumbre y no caer en la trampa del conclusionismo, que solo sirve para acrecentar la tensión y la ansiedad. Por supuesto, no es fácil, nadie dijo que lo fuera. A la paciencia hay que añadirle otros ingredientes, como la perseverancia y la esperanza.

2. A veces, no son las grandes cosas, sino las pequeñas, las que hacen que todo valga la pena. En la vida nos preocupamos demasiado por lograr grandes cosas, perseguimos grandes proyectos y creemos que no seremos felices hasta que los alcancemos. Pero a medida que nos acercamos a la tercera edad nos damos cuenta de que son las pequeñas cosas las que verdaderamente cuentan, y esas las hemos tenido siempre al alcance de la mano, pero no hemos sabido valorarlas y disfrutarlas en su justa medida. No se trata de que renuncies a tus sueños, debes luchar por conseguirlos, pero asegúrate de sacarle el jugo a la vida mientras lo haces.

3. La realidad de quienes queremos no siempre coincide con la nuestra, buscar los puntos en común puede ser un viaje maravilloso. Nuestra realidad es única, así como la de las personas que amamos. En realidad no vemos el mundo como es sino como somos. Por eso, no debemos obligarles a satisfacer nuestras expectativas así como no debemos doblegarnos a las suyas. La clave radica en encontrar un maravilloso punto medio donde ambas visiones confluyan. La base de las relaciones sanas y maduras es precisamente ser y dejar ser, encontrando puntos en común para crecer. Se trata de un pequeño cambio de perspectiva que lo cambiará todo.

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