Hace poco tuve la oportunidad de estar por primera vez en el Louvre y me sorprendió la cantidad de marketing histórico que lleva acumulado el mundo de la pintura, la escultura, etc.
Seguramente la mayoría de personas que andábamos por el museo éramos turistas con un conocimiento más bien medio o bajo sobre arte o técnicas de pintura y escultura. Pero cómo si todos estuviéramos pre-programados, mientras en muchas esculturas sólo había una o dos personas observándolas al mismo tiempo, delante de otra había de repente más de 100 personas.
Ah! Era la venus de Milo. Probablemente muy pocas de ese centenar de personas sabrían destacar porque es famosa esta escultura respecto a otras. Pero es así, atrae las miradas.
En cambio, en los productos de gran consumo, a los que estamos todos más acostumbrados, si que somos capaces de destacar el valor añadido que lleva un producto respecto a otro. El paralelismo me pareció sorprendente, conocer más el mundo del arte me llevó a ver la cantidad de marketing que lleva impregnado.
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