jueves, 6 de febrero de 2014

La ‘firma’ de la peste negra está en los genes

Una investigación sobre las poblaciones rumanas de ancestros europeos y gitanos desvela efectos de la evolución desencadenados por la epidemia del siglo XIV

 

   

Miniatura de la Biblia de Toggenburg (Suiza, 1411) que habitualmente se interpreta como representación de la peste negra aunque podría tratarse de la viruela. 


La peste negra, la más mortífera epidemia que ha sufrido la humanidad, mató al 40% de la población de Europa en el siglo XIV. Un equipo científico internacional ha buscado la firma genética de la plaga en la población actual aprovechando la singular demografía rumana. En ese territorio, han vivido durante los últimos mil años dos poblaciones con diferente ancestro genético: los de origen europeo y los de origen gitano, procedentes del norte de la India, unos y otros expuestos al mismo entorno, incluidas las infecciones, durante un milenio. Los análisis genéticos muestran que un grupo de genes que producen una respuesta inmunológica más eficiente ante la bacteria de la peste negra están en los rumanos, tanto en los de origen europeo como los de origen rumano, pero no en los habitantes actuales del Norte de la India, no afectada por la plaga del siglo XIV, ni en africanos ni en chinos, cuyos antepasados tampoco sufrieron la terrible peste negra.
Unas versiones de genes pueden ser más eficaces que otras a la hora de desencadenas en el organismo contra la infección y las primeras tienden a preservarse, mientras que las segundas desaparecen más fácilmente, a lo mejor porque muchos individuos que las tienen sencillamente mueren víctima de la enfermedad antes de transferir sus genes a la siguiente generación. Es lo que se llama la selección positiva o adaptativa, y significa “que da ventajas a los que tienen las variantes seleccionadas, que son los que sobreviven y se perpetúan, nuestros ancestros en definitiva… por eso tenemos estas variantes de los genes”, explica el experto en genética de poblaciones Jaume Bertranpetit, uno de los líderes de la investigación.
“El objetivo de este estudio es identificar señales de convergencia evolutiva del sistema inmunológico basado en la peculiar historia demográfica” de Rumania, explican los científicos en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) de Estados Unidos. En la investigación, liderada por Mihail G.Netea, de la Universidad Radbound, en Holanda, junto a Bertranpetit, Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-Universidad Pompeu Fabra), en Barcelona, han catalogado diferencias genéticas en casi 200.000 segmentos del genoma de un centenar de rumanos de origen europeo, otros tantos de origen gitano y 500 del Norte de la India para averiguar qué genes han sido seleccionados más positivamente.
Los gitanos, a pesar de los mil años viviendo junto a los rumanos de ascendencia europea, siguen siendo genéticamente mucho más parecidos a los indios. Pero en ellos, un grupo de genes relacionados con el sistema inmunológico evolucionaron de modo similar a los otros rumanos, a diferencia de su población ancestral india. Y esa señal biológica “es muy fuerte”, señalan los investigadores.
Además de esos genes relacionados con el sistema inmunológico, se han preservado en Rumanía uno de pigmentación de la piel, otro implicado en la inflamación y otro asociado a la susceptibilidad de sufrir enfermedades autoinmunes, explican Netea, Bertranpetit y sus colaboradores. Pero el mayor interés se ha centrado en los grupos de variantes de genes halladas en el cromosoma cuatro responsables de desencadenar la respuesta defensiva del organismo frente a infecciones.
Para verificar su hallazgo, los investigadores han dado un paso experimental más haciendo ensayos en laboratorio con células de la sangre extraída de un centenar de individuos europeos exponiéndolas a la bacteria Yersinia pestis, el patógeno de la peste negra, y la Yersinia pseudotuberculosis, precursora de la primera, y han comprobado la respuesta de las variantes de los genes en cuestión identificados en las dos poblaciones rumanas, pero no en el resto. Los científicos señalan en su artículo en PNAS que este hallazgo puede ayudar a descubrir el origen de diferencias en la susceptibilidad de los europeos y otras poblaciones ante algunas enfermedades modernas.

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